MIÉRCOLES, 09 DE OCTUBRE DE 2013 11:01 | ESCRITO POR FORO ANDINO AMAZONICO |
Circulan propuestas para cuadruplicar la frontera
agrícola en Bolivia hasta 13 millones de hectáreas para el año 2025 con el fin,
se dice, de contribuir a la seguridad y soberanía alimentaria del país. Priorizar
el tema alimentario a futuro como política de estado nos parece acertado. Sin embargo,
creemos pertinente plantear algunas reflexiones desde otra perspectiva en base
al debate del ii foro andino amazónico de desarrollo rural, llevado a cabo
recientemente en la ciudad de la paz con presencia de expertos de ocho países.
Si la expansión propuesta está basada en la actual
estructura productiva del agronegocio, articulado fundamentalmente al cultivo
de la soya en santa cruz, la real contribución de esta política a la seguridad
alimentaria estaría en tela de juicio por las siguientes razones. La soya no
contribuye directamente a la soberanía alimentaria nacional. Del total
producido, el 80% se destina principalmente a torta de soya, y la mayoría se
exporta para alimento balanceado de ganado en el exterior. El 20% restante se
convierte en aceite y de esta cantidad, sólo una quinta parte se queda en el
país para el consumo de los bolivianos. Además, el 95% de la soya es
transgénica y se fumiga con el herbicida glifosato ocasionando serios impactos
en el medio ambiente y en la salud de las poblaciones que viven cerca de los
cultivos, tal como sucede ahora en argentina y Brasil. Por otro lado, la
superficie dedicada al cultivo de alimentos básicos como la papa, el trigo y el
maíz es actualmente seis veces menor que la superficie cultivada de soya.
Ampliar la frontera agrícola bajo esta estructura
productiva implica altos niveles de deforestación. En la última década se han
perdido alrededor de 2 millones de hectáreas de bosque, principalmente debido a
la agricultura mecanizada. Esto influye en la humedad, los patrones de lluvias,
los incendios forestales y la degradación del suelo, además de ejercer presión
sobre comunidades, cambiar el uso del suelo y disminuir la diversidad agrícola.
Asimismo, una parte importante de las tierras con aptitud para agricultura
intensiva está ya cultivada y las áreas de uso mixto disponibles, normalmente
bosques, requieren de un manejo diferente al que promueve el agronegocio de la
soya.
Desde sus inicios, el sector soyero es uno de los más
beneficiados con políticas estatales: construcción de carreteras, preferencias
arancelarias, privilegios impositivos y un subsidio indirecto de bs 5,80 por
litro de diésel importado. Sin todo este apoyo estatal, este sector no podría
competir en los mercados externos ya que tiene el rendimiento más bajo de la
región y costos de producción más elevados. ¿Cuánto aporta este sector al
estado? argentina cobra un impuesto del 35% a la exportación de soya, mientras
que en Bolivia no existe nada parecido.
Es visible la actual
contribución económica de la soya para el sector privado y la economía regional
del departamento de santa cruz. Pero ¿cuán sostenible es este modelo y qué
realmente implica su expansión? el desafío de lograr la seguridad y la
soberanía alimentaria nacional debe ser compartido por todos los sectores de la
sociedad, en un proceso consensuado en el cual, colectivamente decidamos cómo
utilizar la tierra y nuestros recursos naturales para producir alimentos de
consumo nacional. Se debe acordar claramente qué alimentos se producen, quiénes
los producen, dónde se lo hace y fundamentalmente cómo se lo hace. Este gran
acuerdo, fundamental para los retos que nos impone el futuro, aún está
pendiente.
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