Enrique Ormachea, investigador del CEDLA, afirma que “no se puede hablar de soberanía alimentaria porque el pequeño productor campesino consume productos importados. Si bien la producción agrícola capitalista del oriente boliviano es superior a la parcelaria de las comunidades campesinas, ésta queda reducida respecto a los volúmenes de importación”, según reporta la Red Erbol.
En su investigación “Soberanía alimentaria en Bolivia, entre el discurso y la realidad”, Ormachea explica que “la propaganda oficial (del Gobierno) presenta un escenario caracterizado por la implementación de políticas y acciones orientadas a apuntalar no sólo la seguridad alimentaria sino la soberanía alimentaria, privilegiando la agricultura familiar campesina, indígena originaria de base comunitaria”.
El experto dice que esa visión es falsa pues en la realidad se muestra una menor relevancia de la producción agrícola campesina y una cada vez mayor importancia de la producción agrícola basada en formas capitalistas de producción, asentadas en el oriente del país.
Pero, a pesar de que el Gobierno incrementó la superficie cultivada y los volúmenes de producción de alimentos, no logró el autoabastecimiento para el mercado interno.
En ese sentido, no todos los productos agrícolas, como el trigo, el frijol y en menor cantidad la papa, son producidos en el país, puesto que en los últimos años existe una tendencia a importar alimentos, sobre todo desde que se aplica la libre importación.
“Ése es uno de los efectos de la crisis actual de la producción campesina”, afirmó Ormachea.
En ese marco, el desabastecimiento de pollo que se registró en la gestión pasada, fue consecuencia de los reducidos volúmenes de producción de maíz, que en los últimos cinco años sólo creció en un 8,4%, lo que afectó a las empresas avícolas del país.
En su investigación “Soberanía alimentaria en Bolivia, entre el discurso y la realidad”, Ormachea explica que “la propaganda oficial (del Gobierno) presenta un escenario caracterizado por la implementación de políticas y acciones orientadas a apuntalar no sólo la seguridad alimentaria sino la soberanía alimentaria, privilegiando la agricultura familiar campesina, indígena originaria de base comunitaria”.
El experto dice que esa visión es falsa pues en la realidad se muestra una menor relevancia de la producción agrícola campesina y una cada vez mayor importancia de la producción agrícola basada en formas capitalistas de producción, asentadas en el oriente del país.
Pero, a pesar de que el Gobierno incrementó la superficie cultivada y los volúmenes de producción de alimentos, no logró el autoabastecimiento para el mercado interno.
En ese sentido, no todos los productos agrícolas, como el trigo, el frijol y en menor cantidad la papa, son producidos en el país, puesto que en los últimos años existe una tendencia a importar alimentos, sobre todo desde que se aplica la libre importación.
“Ése es uno de los efectos de la crisis actual de la producción campesina”, afirmó Ormachea.
En ese marco, el desabastecimiento de pollo que se registró en la gestión pasada, fue consecuencia de los reducidos volúmenes de producción de maíz, que en los últimos cinco años sólo creció en un 8,4%, lo que afectó a las empresas avícolas del país.
Destacados
Maíz La producción creció sólo en 8,4% en los últimos cinco años.
Propaganda El Gobierno presenta un escenario de estímulo a la seguridad y soberanía alimentarias asentado en la producción familiar campesina, indígena originaria de base comunitaria.
Realidad La producción agrícola campesina es menor y la capitalista del oriente es mayor.
Fuente: Fundación Tierra
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