Por: Mauricio Mamani Pocoaca
Adiós con lágrimas a la quinua, producto estratégico andino que siempre salvó de hambre a los indigentes de esta bendita tierra de las alturas. La quinua, ahora es internacional. Henry Kissinger dijo: “Controle el petróleo y usted controlará las naciones; controle la comida y usted controlará los pueblos”.El Estado Plurinacional se preocupó de llevar al exterior nuestro único producto ancestral que por siglos fue el salvador del hambre. Evo internacionalizó la quinua. Supuestamente para exportar con el objetivo de salvar de hambre a la población mundial. Eso significa aplastar, sacrificar y desviar de rumbo a la población andina que sus antepasados, con su sabiduría, logró diversas variedades de este producto para, luego, incorporarlo a su alimentación y a su farmacopea.
Entre verdades y mentiras se alarmó a la población mundial sobre las cualidades de la quinua y se dijo que existen 1.300 variedades en Bolivia. Es una gran mentira. Al respecto no existen ni siquiera estudios científicos serios sobre el tema. Apenas un documento con análisis bromatológico y un análisis de la ceniza de los tallos de quinua, llevado a cabo en 1927, cuyo autor es el señor Horacio Carrillo. Sea lo que sea, la quinua se internacionalizó y los medios de comunicación, recientemente, lo difundieron a nivel mundial.
Comentarios según Naciones Unidas: “Algunos de los indígenas y pequeños agricultores más pobres de los Andes ya se han beneficiado en gran medida con la subida de precios gracias a la reciente popularidad de la quinua en los mercados de exportación”. Por otra parte, Evo afirmó: “No es verdad que debido al incremento de precios de la quinua cada mes se consumirá menos quinua en los países productores: en cuatro años, el consumo de quinua en Bolivia se triplicó de 4.000 a 12.000 toneladas métricas”.
Todas estas opiniones son una falacia. Si estamos pensando en exportar las 12.000 toneladas, es insignificante. Habrá muchos pedidos desde el exterior y los países andinos no podrán responder; entonces, ellos producirán con alta tecnología con fines industriales. Los subproductos de la quinua llegarán desde el exterior a nuestros país, en enlatados, en sobre, en diferentes preparados, con conservantes. Nuestra quinua formará parte de la comida chatarra y nosotros seremos los consumidores dependientes; razón por la que lloran los campesinos en silencio y saben que, en el futuro, nunca más serán dueños de la semilla de quinua y, además, están conscientes que, en el futuro, desaparecerán algunas variedades que, desde su origen, tuvieron distintas aplicaciones en su uso. Antes de la época de la siembra, todos los años comprarán a comerciantes (semillas transgénicas) con el denominativo de “semilla certificada”.
Estamos en una época de la globalización. Los que deseamos subsistir, como productores, debemos acomodarnos a las cadenas agro productivas que exige la globalización: calidad, cantidad y competitividad. Caso contrario, los pobladores rurales estamos obligados a abandonar nuestras comunidades.
Además, en Bolivia hay escasez de tierras para cultivar la quinua. INRA profundizó el minifundio; incluso obligó a sus pobladores a sub dividir su pertenencia a los hijos. Eso obligó indirectamente a migrar a las ciudades a buscar pega, o a las zonas de colonización a producir coca, el único producto rentable en la actualidad.
Con la internacionalización de la quinua, Monsanto tiene nuevos trabajos que realizar: lograr la semilla transgénica de la quinua, insecticidas en contra de algunas enfermedades, y enviarnos primeramente de regalo la semilla de la quinua transgénica .Hoy en día se conoce lo que es “Terminator y Traitor” una gran amenaza para los agricultores, a la seguridad alimentaria y al medio ambiente, en especial en los países en subdesarrollo. Se da el apodo de “Terminator” a la modificación genética de las plantas para producir semillas estériles. La tecnología “Traitor” es un inductor químico para “activar” o “desactivar” algunos rasgos genéticos del cultivo que se usa para controlar la esterilidad de semillas en los cultivos Terminator. Entonces, ¿a dónde estamos llevando o a quién estamos entregando nuestra quinua? En un futuro no muy lejano, la quinua sufrirá un proceso de manipulación genética y obtendrán una semilla transgénica y estaremos obligados a comprar la semilla de las empresas multinacionales que tendrán su patente y, finalmente, seremos esclavos modernos. Para comprender mejor sobre este tema, recomiendo leer: Seeds of destruction de F. William Engdahl.
Para comprender mejor nuestra historia, debemos dar una mirada retrospectiva a lo que ocurrió en el pasado con la papa que también es de origen andino. Cuando los ibéricos llegaron al Tahuantisuyo, no conocían este tubérculo y empezaron a investigar. Primeramente trataron de saber su nombre y preguntaron al autóctono que seleccionaba su producto. El español levantó uno y trató de comer crudo y luego, poco a poco, comprendieron la importancia de este producto y tardó doscientos años para llegar a Europa. Luego este producto salvó del hambre a la población mundial. Hoy ¿quién es el mejor productor de papa? Holanda. La papa holandesa, en el pasado, llegó a Bolivia cuando había escasez de éste producto. Allí existe una exagerada producción y, muchas veces, el agricultor tiene que preparar un puré de papa para dar de alimento a sus vacas.
De acuerdo al estudio sobre taxonomía de la papa, Weston La Barre, en 1947, identificó 209 variedades de papas en Bolivia y en toda la región andina existían más de 380 variedades y, poco a poco, con la tecnología moderna se eliminaron muchas variedades y fomentaron otras como la“sani- imilla”, una nueva variedad genéticamente manipulada y ahora desaparecida. ¿Cuántas variedades de papa tenemos hoy en día? Aproximadamente desaparecieron en un 80 %. Además, de lo que tenemos, una mitad son transgénicas, producidas con abonos químicos y fumigados con agroquímicos en la época de la florescencia. Son pocos los campesinos que conservan la semilla de algunas variedades dulces y producen papa ecológica en las comunidades alejadas de los centros poblados.
Lo que el Gobierno de Estado Plurinacional podría haber hecho es fomentar una producción intensiva de la producción de quinua; luego, organizar un equipo multidisciplinario de investigación científica con fines de su industrialización. Lástima que no tengamos un Ministerio de Agricultura y Ganadería, razón por la que el área rural se encuentra en completo estado de abandono. La producción tradicional no le interesa al Gobierno; sólo le importa jugar Fútbol. Es triste nuestra realidad. Nadie se preocupa de lo que ocurre en las comunidades campesinas.