7 de abril de 2014

Malnutrición un riesgo latente que necesita acciones urgentes en el país

“Malnutrición un riesgo latente que necesita acciones urgentes en el país”

(Mujeres Sin Miedo Contra el Hambre)

La malnutrición, según la FAO se puede deber a comer muy poco, demasiado, o por una dieta desequilibrada que no contiene todos los nutrientes necesarios para un buen estado nutricional, falta de suficiente energía, proteína y micronutrientes para satisfacer las necesidades básicas del mantenimiento, crecimiento y desarrollo corporal[1].

Según la misma fuente, la malnutrición proteinoenergética (MPE), es decir, la carencia de vitamina A, los trastornos por carencia de yodo (TCY) y las anemias nutricionales - sobre todo por carencia de hierro o pérdidas de hierro - son los problemas nutricionales prevalentes en prácticamente todos los países de Asia, África, América Latina y el Cercano Oriente.

Consecuencias de la malnutrición

El documento El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo elaborado por la FAO, refleja que la malnutrición trae consigo enfermedades como obesidad, problemas cardiovasculares, accidentes cerebro-vasculares, diabetes y algunas formas de cáncer, principalmente en países en desarrollo. 

Entre las diversas consecuencias que se relacionan a la mala alimentación y por ende malnutrición se encuentran:

Deficiencia en el desarrollo físico y mental; la malnutrición causa problemas en el crecimiento y desarrollo.
En caso de bebés, puede afectar al desarrollo cerebral y del sistema nervioso central[2].
Secuelas en la capacidad cognitiva[3].
Provoca afectación multiorgánica o multisestémica.
Enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Favorece las infecciones y dificulta la cicatrización de las heridas.
Disfunciones del sistema inmunitario, que incrementan las infecciones.
Pérdida de la masa muscular, que si es superior al 40% pone en peligro el mantenimiento de las funciones fisiológicas y disminuye la capacidad de respuesta y de recuperación.
Afectación del corazón, predisponiendo a la insuficiencia cardiaca.
Afectación de los huesos, facilitando la osteoporosis, que causa fracturas.
Alteraciones del estado cognitivo.
Disminución de la capacidad de trabajo y de adaptación social en la vida adulta.

Tomando en cuenta que en nuestro país existe un alto nivel de hambre y desnutrición que alcanza a la cuarta parte de la población (2.500.000 habitantes)[4] y obesidad, que afecta al 25 por ciento de la población infantil (datos Ministerio de Salud) y considerando que la forma esencial para prevenir la malnutrición es la disponibilidad adecuada de alimentos, en cantidad y calidad adecuada, que permita satisfacer las necesidades nutricionales de todas las personas. Por tanto es indispensable que en nuestro país se aborde el problema de forma integral que permita a la población el acceso a alimentos sanos, adecuados y suficientes.
  






[4] Un cuarto de la población boliviana sufre el hambre

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